El 5 de marzo el profesor, Juan Sebastián Cobos, nos dio la indicación de hacer una etnografía a un lugar nunca antes visitado. Muchos sitios pasaron por mi cabeza, como un centro psiquiátrico, una cárcel, incluso hasta un cementerio, pero el último era el menos probable porque yo le tengo mucho respeto a las almas, y tengo que admitir que un poco de miedo también. Hablé con mi compañera Daniela Saavedra, alias Darna, y le dije que si íbamos donde una señora que lee las cartas de los ángeles, a lo que me respondió que sí, que era algo diferente y especialmente, nunca antes hecho por alguna de las dos. Ese mismo día me contacté con una amiga llamada Isabella, quien tenía el contacto de esta señora. Ella ya me había dicho que meses atrás había ido a que le leyeran las cartas porque estaba en una tuza muy brava, por su ex, y la verdad no sabía que hacer, entonces fue donde Sara (así se llama la que lee las cartas y se comunica con los ángeles) y en las cartas le dijo “uy nena