Estaba en el salón L 205, donde se acababa una clase que veía anteriormente en el mismo lugar. Eran las 11 y dos minutos de la mañana, y el profesor Juan Sebastián Cobos entra, vestido con un pantalón azul, camisa morada, una chaqueta de cuero negra y unas botas beige, para dar inicio a una nueva clase de investigación social. Lo primero que se me vino a la cabeza era que el profesor estaba vestido de muchos colores, tal vez porque salió de afán y se puso lo primero que encontró. Inmediatamente recordé que comenzaríamos, como lo hacemos habitualmente, leyendo la bitácora de la clase anterior. Esta vez, por una extraña razón no tenía tantos nervios como las clases anteriores, para que leyeran mi resumen, de hecho, no veía ningún problema en que saliera mi texto para ser leído, pero tampoco me iba a voluntarear para que lo leyeran. Diana, alza la mano para que leyeran su escrito. A pesar de narrar el transcurso de la clase, no lo escribió intertextualmente, que es lo que bus