El reloj marcaba las 10 y 57, el profesor de la clase de investigación social, Juan Sebastián Cobos, entra al aula, vestido con una chaqueta de cuero café y una camisa rosada, para dar inicio a una nueva sesión. Como ya es rutina, empezamos leyendo las bitácoras de los estudiantes. “Sorprendentemente” nadie quiso ser voluntario para que su bitácora sea leída, algo ya habitual, pues normalmente a mis compañeros (incluyéndome) no les gusta mostrar su trabajo a las demás personas, ya sea por pena, porque simplemente no les gusta, o por alguna otra razón. “Los últimos serán los primeros” dijo un estudiante, el cual quedó ante el ojo del profesor, quien inmediatamente le pidió mostrar su bitácora al resto, sin embargo, no había subido la bitácora, o no la había hecho, quién sabe… Por esta razón, Cobos decidió llamar lista y varios todavía no estaban en el aula, o no habían compartido la bitácora con él. Es por esto, que el profesor, muy amablemente dio tiempo para que lo compartier